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sábado, 14 de mayo de 2011

Architecture In Helsinki - Moment Bends




Nota: 7,2/10

Los ochenta son una década a la que musicalmente se recurre una y otra vez. El pop de sintetizadores de esa década sigue influyendo a muchas bandas actualmente. Son tantos las canciones convertidas en himnos pertenecientes a este género que componer actualmente fijándose en ellas asegura, al menos, que el público vaya a tener el oido más o menos familiarizado. Sin embargo, fijarse en los ochenta presenta también un peligro importante: caer en el horterismo e histrionimo gratuito, aspectos inherentes a los 80 en su sentido más amplio. A Mika le pasó. A Scissor Sisters les pasó. Aunque ambas bandas recogieron parte de lo bueno del glam también se quedaron con lo peor del synthpop de los ochenta.
El mérito de Architecture In Helsinki con su álbum Moment Bends es, precisamente, el presentar once temas claramente ochenteros de una manera muy elegante, con una producción muy cuidada y melodías pegadizas. Han dejado los vientos completamente de lado y han hecho un disco casi exclusivamente a base de sintetizadores. Un disco que suena algo más maduro pero que sigue desprendiendo frescura y buen rollo.
¿Pero por qué no es un disco sobresaliente? Al empezar a escuchar el álbum, los tres primeros temas (Desert Island, Escapee y Contact High) sorprenden. Sin embargo, a medida que van pasando las canciones el disco empieza a sonar monótono, pudiendo incluso llegar a cargar en algunos momentos. Y es que, aunque el horterismo e histrionismo nombrados más arriba están muy controlados en Moment Bends, la banda cae en el que creo que es el principal problema del revival del synthpop: aunque nos alegre escucharlo durante un rato, ya hemos escuchado tanto que nos aburre fácilmente. Posiblemente, el principal defecto de Moment Bends sea, precisamente, la falta de elementos modernos convinados con esos aires de los ochenta, algo que La Roux o Of Montreal han sabido hacer a la perfección.




miércoles, 4 de mayo de 2011

The Wombats - The Modern Glitch




Nota: 4/10

¿Qué ocurre cuando descubres una canción llamada Let's Dance to Joy Division, compuesta por unos tal The Wombats? Sin duda, te llama la atención. Tras escucharla te das cuenta de que ni esa ni nunguna de las canciones de A Guide To Love, Loss & Desesperation (2007), el álbum presentación de The Wombats, tienen nada tiene que ver con el sonido de la mítica banda.
Llega ahora The Modern Glitch, el segundo largo. ¿Qué nos encontramos esta vez? Lógicamente, nada de Joy Division, ni musicalmente hablando ni, mucho menos, en calidad. Si echamos un vistazo a los créditos del disco, hay algo que no pasa desapercibido: su producción. Cuatro productores diferentes (Rich Costey, Eric Valentine, Butch Walker y Jacknife Lee), quienes han producido a bandas tan dispares como Lindsay Lohan, Avril Lavigne, R.E.M, Bloc Party, Good Charlotte, Muse o Franz Ferdinand. Hay que reconocerles a esos productores buenos trabajos, pero este no es el caso. El resultado: melodías pop de plástico, rock bailable y simplón para adolescentes con guitarras potentes combinadas con sintetizadores (mucho peso de Good Charlotte o Panic At The Disco), algo de synthpop y alguna que otra reminiscencia al post-punk y al britpop.
Si bien Our Perfect Disease entretiene bastante y Anti-D es un más o menos atinado homenaje a Bitter Sweet Symphony (The Verve) o The Universal (Blur), el resto del disco no aporta nada nuevo y te deja bastante indiferente. Por todo ello, The Wombats deberían aprender algo: Nunca pronunciarás el nombre de Joy Division en vano.

martes, 19 de abril de 2011

The Kills - Blood Pressures




7/10


Es complicado escuchar a The Kills y que no acudan a nuestra mente The White Stripes. Ambas bandas se componen de un chico y una chica que hacen rock americano muy influenciado por el blues. Ahora que The White Stripes son historia, son muchas las personas que apuntan a The Kills como sus justos sucesores. Blood Pressures deja claro que, al menos, la comparación no es disparatada.

El blues-rock es un género bastante cerrado y muy agotado durante los sesenta. El claro mérito de The White Stripes fue el reivindicarlo y ponerlo de moda a partir de finales de los 90. Tiempo después, The Kills supieron asentarse en ese género afreciendo toda la frescura que este estilo musical permite. Claros ejemplos de ello son algunos singles como No Now (del álbum No Now) o Cheap and Cheerful (del álbum Midnight Boom). Es precisamente esa frescura la que se echa de menos en Blood Pressures. Aún así, el disco no decepciona. Puede resultar extraño que Satellite, un tema con aire raggae, sea el primer single del nuevo álbum. Sin embargo, otros temas como Nail In My Coffin, DNA, Future Starts Slow o la sencilla pero efectiva balada The Last Goodbye son buena muestra de lo que el dúo tan bien sabe hacer. El resultado no es un disco tan adictivo como los anteriores. Tampoco afrece algo nuevo, algo diferente a lo anteriormente publicado. Todo eso no es algo necesariamente malo.

¿Justos sucesores de The White Stripes? Seguramente The Kills sean de lo mejor que queda del género. Después de cuatro discos todavía les queda algo de creatividad y pueden seguir componiendo buenas canciones. The Kills se mueven en un género que es pesado por naturaleza. Lo único que podríamos temer tras escuchar Blood Pressures es que la banda pierda ese toque que les hacía sonar más ligeros que al resto.

viernes, 15 de abril de 2011

The Raveonettes - Raven In The Grave


Nota: 6,5/10

The Raveonettes deben estar orgullosos de ser autores de In And Out Of Control, uno de los discos mejor creados en 2009. Aquel fue un disco en mayúsculas, en el que sus once canciones encajaban a la perfección: ni sobraba ni faltaba nada. Además, también hay que reconocerles el mérito de haber creado un disco en el que cada una de sus piezas funcionan perfectamente por separado y en el que cualquier corte podría haberse convertido en single. Aquello era muy difícil de superar.

Y es eso precisamente lo que se echa de menos en Raven In The Grave. Los mensajes depresivos disfrazados en sus anteriores trabajos con canciones bastante claras y luminosas, aparecen esta vez en forma de canciones muchísimo más oscuras. Todavía queda mucho del halo shoegazing y alguna melodía nos sigue recordando a los cincuenta. Sin embargo, esta vez el disco juguetea claramente con los sonidos más oscuros del New Wave. Por poner algún ejemplo, canciones como Forget That You're Young o War In Heaven están claramente influidas por la trología siniestra de The Cure (Pornography, Desintegration y Bloodflowers).

Quizás es eso lo que convierte en el disco en una sorpresa. Dejado el pop bastante de lado (excepto en Ignite, en la que una introducción al estilo de Joy Division da paso a la canción más poppy del álbum), el dúo danés toma una nueva dirección que no acaba de cuajar. ¿Un paréntesis en la carrera de los daneses? Muchos fans así lo desearán. Si bien The Raveonettes se habían renovado más bien poco, al menos habían desarrollado un sonido muy característico a lo largo de sus cinco primeros discos que los convertían en una banda bastante especial. Con Raven In The Grave, se han metido en un terreno en el que no se les ve tan cómodos.


sábado, 9 de abril de 2011

Panic at the Disco - Vices & Virtues


NOTA: 3,4/10

Panic at the Disco se presentaron en 2005 con su álbum A Fever You Can't Sweat Out. Metidos completamente en la escena emo, tan de moda en aquel momento, presentaron un disco para nada superficial (si lo comparamos a los publicados por bandas como Fall Out Boy, The Used o Paramore), muy infravalorado por la crítica simplemente por estar dirigido a jóvenes a los que se les consideraba con poco criterio. Junto a My Chemical Romance, representaban posiblemente lo mejor de aquel movimiento del que ya apenas queda nada. Cabaré, barroquismo y mucho dramatismo era lo que convertían a Panic at the Disco en el grupo más identificable de todos aquellos. Si con el segundo álbum hubo un claro cambio de rumbo, con el tercero nos encontramos con una nueva banda de la que solo se mantiene la estética y ciertas melodías de su primer álbum y algo de los arreglos del segundo.
Tras Pretty Odd (2008), el segundo trabajo, hubo una reestructuración total de la banda y Panic at the Disco se compone actualmente tan solo por dos de los miembros de la formación original. Todavía quedan arreglos de cuerdas, mucha percusión y algún resquicio de electrónica, y sigue habiendo cierto barroquismo (aunque mucho más superficial). Panic at the Disco se ha acercado más a esas bandas de su escena de las que se diferenciaron al principio de su carrera, con una clara consecuencia: ya no tienen absolutamente nada especial. Tal vez la inspiración se ha ido junto con los miembros de la banda que abandonaron tras Pretty Odd. El disco funciona, pero en lugar de mostrar una evolución muestra justo lo contrario. Una auténtica lástima.

martes, 29 de marzo de 2011

The Pains Of Being Pure At Heart - Belong




Nota: 8,1/10


The Pains Of Being Pure At Heart se presentan en 2009. Ruidosos, con adictivas melodías pop y con referencias al shoegazing, se convierten rápidamente en una de las bandas revelación de la década. Se ganan al público y también a la crítica y se convierten en un referente del pop independiente. ¿Sería otra de las muchas bandas que se agotan tran una buena presentación?

Es evidente que no. Las canciones de adelanto de Belong, su nuevo álbum (Belong y Heart In Your Heartbreak), nos hacían prever que quizás no nos encontraríamos con canciones tan directas como Young Adult Friction, Come Saturday o This Love Is Fucking Right!, contenidas en su disco de presentación homónimo. Así ha sido. El álbum ha sido producido por Flood y mezclado por Alan Moulder, quienes han producido y colaborado con bandas de la talla de The Jesus and Mary Chain, Depeche Mode o My Bloody Valentine. De ahí el resultado: melodías que a veces nos recuerdan a The Smiths, guitarras sucias y con fuerza, atmósferas densas y, sobre todo, muchísimas referencias a los ochenta (nótese la clara influencia de New Order en el tema The Body).

The Pains Of Being Pure At Heart han vuelto hacer lo que ya demostraron que tanto controlaban: música pop en su sentido más amplio. Veremos cómo sienta ese deplazamiento hacia una música algo más profunda que necesita más de una escucha. Una vez familiarizados con el nuevo disco, este se vuelve tan adictivo como el primero. Se esperaba mucho de ellos y no han decepcionado.

miércoles, 23 de marzo de 2011

The Strokes - Angles


Nota: 6,2/10

¿Hacia dónde se dirigen los Strokes? Seguramente es la primera pregunta que se le puede ocurrir a alguien tras escuchar Angles, el nuevo disco de los neoyorkinos. ¿Qué ha pasado con su sonido? Esa es otra posible pregunta. Sin embargo, yo me hago una pregunta mucho más básica: ¿Por dónde se coge este disco?

Si bien es cierto que Under Cover of Darkness, el primer single del álbum, parecía indicar que el nuevo trabajo iba a ser básicamente más de lo mismo, tras la primera escucha te das cuenta de que no es así. Hay muy buenas ideas en el disco y un claro interés por renovarse, algo que ya tocaba. Sin embargo, ocurre algo muy sencillo cuando mezclas Under Cover of Darkness con temas de aires ochenteros como Two Kinds of Happiness, melodías que podrían estar sacadas de un disco de Radiohead como ocurre en You're So Right y reminiscencias al rock psicodélico muy claras en Call Me Back: te desubica y confunde. Pero habría que añadir algo más. Tocar un poco de muchos estilos y no profundizar realmente en ninguno de ellos hace que el disco te deje indiferente. ¿Si ya tenemos a Radiohead, a U2 y a The Velvet Underground, por qué vamos a interesarnos por un disco en el que se hace lo que otros ya han hecho infinitamente mejor antes?

Individualmente, hay buenas canciones, pero se siguen echando de menos estribillos con la fuerza de Last Nite o Someday. Es lo que ocurre cuando se hace un primer disco brillante: es difícil mantener el nivel y también es complicado renovarse. Está claro que los Strokes han cambiado, pero el problema es que no sabemos hacia dónde se dirigen. Han empezado a abrir otros caminos, pero han intentado abrir demasiados. Les hacía falta desviarse, pero no han elegido un rumbo todavía y, definitivamente, en Angles se han perdido.